Enfermedad caracterizada por la despigmentación adquirida de la piel debida a la desaparición de los melanocitos epidérmicos (células que producen el color de la piel). Afecta a un 1% de la población general y aunque puede manifestarse a cualquier edad, la mitad de los casos comienzan antes de los 20 años.
Se considera una enfermedad autoinmune y como tal puede asociarse a otras, como la alopecia areata o alteraciones del tiroides siendo frecuente su asociación con la dermatitis atópica y diabetes.
El vitíligo supone un importante impacto social y psicológico para el paciente y puede limitar su capacidad para alcanzar una vida normal. Este motivo justifica la necesidad de intentar medidas terapéuticas, aunque los escasos resultados desaniman a médico y enfermo.
El diagnóstico suele realizarse clínicamente, pero en casos puede ser necesaria la biopsia cutánea para confirmar la ausencia de melanocitos. En caso de sospecha de otra enfermedad autoinmune, se pedirán las pruebas complementarias oportunas.
El vitíligo en determinados pacientes puede plantear un reto terapéutico. Se ha intentado la repigmentación mediante el uso de esteroides o inmunomoduladores (tópicos y sistémicos) con resultados escasos. También se emplean, con una eficacia bastante limitada, los psoralenos en combinación con sesiones de luz UVA. Se recomienda el uso sistemático de fotoprotectores (factor superior a 30), ya que la ausencia de melanina en las zonas hipopigmentadas aumenta la susceptibilidad a lesiones por la radiación solar.