El Carcinoma de Células Escamosas (CCE) representa una carga sanitaria cada vez mayor en todo el mundo. También es uno de los cánceres más comunes con potencial metastásico.
El CCE, que se distingue por una alta carga mutacional tumoral, se presenta clásicamente como una neoplasia maligna epitelial. Varios genes de riesgo actúan junto con las interacciones estromales y la inmunomodulación local (en particular, el daño solar inducido por los rayos ultravioleta UV) para impulsar la progresión de la enfermedad, lo que permite el crecimiento continuo del tumor.
Por estas razones, el pronóstico sigue siendo malo para los casos avanzados. Sin embargo, las medidas preventivas y terapéuticas para el CCE se asocian con beneficios clínicos, lo que hace que el diagnóstico precoz sea fundamental. Los cuidados de la piel y la detección temprana y tratamiento de las queratosis actínicas, que son sus lesiones precursoras, pueden evitar el desarrollo de este cáncer.